sábado, 27 de diciembre de 2008

Balance

Ha llegado fin de año y luego de haber atravesado sus casi 365 días, los seres humanos nos ponemos a efectuar balances con un aire melancólico sazonado con una pizca de esperanza. Siempre me resultó llamativo este comportamiento que no es patrimonio exclusivo de los nostálgicos porteños y que es fomentado desde los medios de comunicación.
Las radios hacen "charts" con las cien, cincuenta o dos mil mejores canciones del año y arengan a la gente a que cuente que fue lo mejor y lo peor que vivieron. En la televisión se repiten los "programas collage" constituidos por pedazos de emisiones anteriores pegados todos juntos para cerrar con un saludo navideño grabado una semana antes. Es decir, una tremenda farsa que dice "no quiero laburar más". No me mal interpreten, no soy un adicto al trabajo y tengo serias dudas sobre si éste dignifica o es una excelente terapia inventada por un científico social que encontró en esta actividad la solución a la locura natural que anida en la especie humana. Pero digan la verdad... ¿Acaso no rompe soberanamente las pelotas todos esos programas de fin de año y películas de navidad (en lo que va de una semana me fumé como cinco...particularmente esa con un Billy Crystal ochentoso que es transportado por un tachero borracho y desagradable a lo largo de su vida)? ¿No es aquello un verdadero peligro para el sano ocio y la estabilidad mental?.
Es más, en el preciso momento en que escribo estas líneas sentado en mi cama en calzoncillos (perdón por tan desagradable imagen) mientras tomo unos mates, tengo el televisor sintonizado (que término viejo, por favor!!!!) en VH1 (...comentarios abstenerse) y pasan canciones "con conciencia social" al estilo de "Es tiempo de cambiar" de Juanes, cuya letra es tan mala como las otras que pueblan la mayoría de sus canciones y que cantamos sólo porque son "pegadizas" las melodías.
En fin, me extendí en disgregaciones y perdí el foco del relato. Como venía comentándoles sin mucha prolijidad literaria, es en esta época, cuando las personas miran la última hoja del calendario colgado de la pared, cuando se acaban los números para tachar, cuando el calor soporiza los pulmones y torna extremadamente difícil levantarse para ir a trabajar, cuando empiezan los cortes de luz por lo que nos metemos los aires acondicionados que compramos hace dos meses atrás en el último tramo de nuestro aparato digestivo, que tenemos la imperiosa necesidad de prender un cigarrillo (los que fumamos), servir un cafecito, agenciarnos una cerveza u otra cosa que sirva como soporte a los pensamientos, y poner sobre la balanza los logros y los fracasos, las tristezas y las alegrías y evaluar los objetivos no logrados y aquellos que nos proponemos realizar el año que viene.
Yo por mi parte desempolvo algún viejo compact (y cuando estoy hecho un loco jodón algún cassette) y me pongo viejos temas que logren sumirme en una rememoranza profunda y reconcentrada y allí nomás, sin asco ni piedad, me pongo a recordar cosas que me sucedieron este año que, demás esta decir, no compartiré en su totalidad con ustedes, pero que se ajustan bastante a lo clásico.
Tengo salud (ni mucha ni poca), tengo el amor de mis seres queridos. He conocido gente nueva que he abrigado en mi corazón y aquellas con que vengo compartiendo la vida desde hace tiempo aún puedo contarlas entre mis más sinceros afectos. He tenido la dicha de no haber perdido físicamente a personas que son pilares en mi vida. He madurado y sigo viendo el futuro como un océano de posibilidades. He encontrado el amor y la apatía, la injusticia y la revancha sana. Pero por sobre todas las cosas tengo la libertad de elegir mi destino, la forma en que quiero conducir mi vida y la madurez suficiente en esta etapa para disfrutar de las cosas que realmente valen la pena y digerir aquellas que no tienen porque ser siquiera meditadas. En definitiva, sigo sumando, errando, aprendiendo y mirando hacia delante, siempre hacia delante, sin olvidar mi pasado, fuente de lo que soy y savia de lo que seré en ésta única única vida que tengo la dicha de gozar.
Sin más, despido este 2008 satisfecho.